Coronación de la Virgen María: Momento Emotivo en la Jornada de Inicio del Movimiento de Cursillo en la Diócesis de Villa María

En un emotivo momento durante la Jornada de Inicio del Movimiento de Cursillo de Cristiandad en la Diócesis de Villa María, la Virgen María fue coronada por el Obispo Samuel Jofré Giraudo y el Padre Gustavo Casas. La coronación fue un gesto de profundo significado espiritual, simbolizando la devoción y la protección de María sobre el movimiento durante sus 50 años de existencia en la diócesis.

La coronación estuvo acompañada de una hermosa oración, en la que se honró a María como "Madre de la Divina Gracia", "madre de paciencia e infinita ternura". Se reconoció su presencia amorosa durante estos años de vida del movimiento en la diócesis, siendo una intercesora fiel ante su amado hijo, Jesucristo.

La oración, llena de humildad y devoción, invitó a los participantes a consagrarse al amor materno de María, buscando su guía y protección en el camino de la fe. Con la mirada puesta en el futuro, la comunidad se comprometió a seguir caminando como Iglesia, con esperanza y fortaleza, invocando la acción del Espíritu Santo y la protección de San Pablo, su santo patrono.

La coronación de la Virgen María representa un momento de profunda conexión espiritual y renovación de la fe para todos los cursillistas y miembros de la comunidad. En adelante, la presencia de María como madre y protectora seguirá siendo un faro de luz y esperanza para el Movimiento de Cursillo en la Diócesis de Villa María.

¡Que su amor maternal siga guiando nuestros pasos en el camino de la fe!

 

Oración por el 50 Aniversario del Movimiento de Cursillo de Cristiandad

María Madre de la Divina Gracia…

madre de paciencia y de infinita ternura.

 

Tú, que nos acompañaste

con tu presencia amorosa

durante estos 50 años de vida

de nuestro Movimiento

en la Diócesis de Villa María.

 

Tú que fuiste fiel intercesora

ante tu amado Hijo,

para que aprendiéramos a seguir sus pasos

y a llevar a muchos hermanos

a conocerlo, amarlo y servirlo,

y así contribuir a su Reino de amor.

 

A Tí nos acercamos

con humildad y amorosa devoción,

sabiendo de nuestras debilidades

y faltas de amor,

para consagrarnos a tu amor de madre.

 

Tomados de tu mano,

unidos como racimo de hermanos,

invocando la acción del Santo Espíritu

y a San Pablo, nuestro Santo Patrono,

miramos hacia adelante

y seguimos caminando, como Iglesia,

con esperanza y fortaleza. 

Amén